lunes, 7 de mayo de 2012

Athletic de Bilbao: “el linaje su esencia, la afición su grandeza”


Athletic Club, con un sobrenombre reconocido en el mundo que intimida y que se caracteriza por formar a los leones indomables de Euzkal Herria desde 1898, siempre ha mandado un mensaje resaltando su estirpe y fortaleza física y mental.

Once corpulentos jugadores –nacidos en el País Vasco, Navarra o en el País Vasco Francés, incluso los que se han formado en su cantera también- representan durante 90 minutos a un pueblo camuflajeado con el barro, de origen victoriano y que nunca da su brazo a torcer.
Sin importar el mote y el color de su uniforme, su filosofía no cambia y jamás mutará, a pesar de que ésta no esté escrita. Bilbao, territorio sagrado del fútbol,  resguardado en su catedral y enmarcado por su tradición, esa que se basa en la palabra y está firmada con el corazón.
Atrás, más nunca olvidadas, quedaron sus 8 ligas y 23 copas. La última en 1984. Hoy, la institución, gracias a su equipo y a su departamento de comunicación, ha abierto las ventanas y puertas de su catedral, una fortaleza que se ha arraigado y solidificado tras casi 30 años sin realmente probar la gloria del triunfo.
Es el 2012 el renacer del Athletic de Bilbao, un equipo que no pierde sus raíces y  que, enloquecido por su entrenador, ha retornado a sus orígenes patentados por 114 años de antigüedad.
Bajo esta breve explicación de lo que representa y de lo que se estará jugando el cuadro del loco Bielsa durante las próximas 4 semanas… quizá se preguntarán ¿y aquí qué tiene que ver la grandeza con la comunicación, sus departamentos, la crisis, la historia y su afición?

Sencillo, aunque alocado. Imagínese usted pertenecer a un equipo histórico (jamás ha dejado de jugar, junto al Real Madrid y el Barcelona, un sólo torneo de la Primera División de la Liga Española), vanagloriado por la filosofía que lo ha caracterizado (lo representan puros profesionales de la localidad, algo así como el Guadalajara que lo hace con puros mexicanos; es decir, su barrio compitiendo por posicionarse como uno de los mejores de Europa),  la crisis que lo ha forjado (estar ahí, saborear por instantes lo que es llegar a una final pero siempre quedando como el antagonista del cuento, 28 años de segundos lugares, sabiendo que el reconocimiento siempre es para el protagonista) y la grandeza de su afición (el jamás darse por vencido, demostrando que son un pueblo unido, y siempre agradecido por el espectáculo que emanan, sin importar si triunfan o fracasan, sus leones en la cancha).
¿Inédito, no? Tenerlo todo en cuanto a creencia y sentimientos, ser reconocido por los demás como uno de los mejores, pero sin poder alcanzar la gloria tangible.

Y es aquí cuando entran los departamentos de comunicación, justo cuando se crea la conexión por la cual el amor al equipo entra por los ojos, el apoyo se palpa con el corazón y el sentirse afín hace bullir la sangre.
¿Cómo? Redes sociales, campañas, spots de televisión, análisis de imagen, apego al aficionado, revisión de la idiosincrasia; pero sobre todo, el tacto para revertir la frustración del hincha con el fin de darle una nueva oportunidad al equipo, a sus jugadores. 
Por lo pronto y en espera de hacer el sueño realidad, en las tiendas de Bilbao ya se venden las camisetas para la final de la Copa del Rey frente al Barcelona, en la zona multimedia de la página oficial del club se aprecia el video del “making off” del jersey conmemorativo, en las redes sociales los mensajes de apoyo en vasco con rumbo a la final europea y los hashtags usados como muestra de ser siempre fiel y jamás vencido. Un equipo expresivo, en donde el linaje se convierte en su esencia y la afición enmarca su grandeza.

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