lunes, 7 de mayo de 2012

Dos grandes, la historia, sus crisis y la comunicación


Para usted…. ¿Qué significa ser grande?, tiene idea de cómo se mide la grandeza y por qué una entidad, a través de su equipo, se denomina así. Hoy en día, existen muchas suposiciones, demasiadas inferencias y pocos argumentos comunicativos; algunos los denominan “booms deportivos”, a otros más les gusta definirlos como “sistemas irregulares”, a los místicos les agrada llamarles “suerte con estilo”, y a los letrados e historiadores, fieles hinchas apasionados, “la estirpe e historia del club”.
Pero…. con qué se puede respaldar que se es grande. ¿Serán acaso los trofeos pulidos que enmarcan los pasillos de un museo los que guíen a la respuesta, o es acaso la inversión económica por la que apuestan muchos de los magnates y jeques  del fútbol mundial el acertijo por solucionar?

Ejemplos, innumerables; respuestas, sencillas y arriesgadas, aunque a muchos les parecerán fuera de la realidad.

Navegando por el Atlántico y tocando tierra en el Viejo Continente, nos encontramos que en una semana puedes, como lo ha reiterado en infinidad de ocasiones Jorge Valdano y como lo hemos visualizado a lo largo de las semifinales europeas, del presente y de un pasado no muy lejano, pasar “del infortunio a la gloria y del éxito al fracaso”.
Ahí, justo en el instante en el que se detiene el tiempo, cuando  en el campo de batalla se vislumbra a un puñado de guerreros entregando el corazón por encima de la razón, en el que un momento de inspiración o desesperación puede poner el toque final a la obra de arte, convertida en espectáculo, que te llevará a tocar el cielo o a no querer haber experimentado en carne propia la pesadilla que se ha convertido en un infierno.

Llanto, frustración, enfado, revés, fiasco, fracaso, desilusión, autogol… como usted lo quiera llamar. Un sentimiento bipolar, totalmente indescriptible para los apasionados, que se sabe existe y que a veces traiciona, momentáneamente, el amor y apego por el equipo.
Pero aquí se encuentra la clave, de ahí surge la llave para entrecerrar una puerta que rechina y abrir muchas más que cambiarán la historia reciente más dolorosa.

Crisis, sí, CRISIS, la palabra que jamás se quiere escuchar dentro de los pasillos de las entidades deportivas pero que, temporada tras temporada, emerge al dejar ir puntos valiosos en casa o se desempolva con el paso de los objetivos no logrados. Sin embargo, es la que ayuda a levantar la tradición, a unir a la verdadera afición y a sacar a la luz lo que jamás se debería volver a hacer.
“El cambio abrupto que amenaza la imagen y reputación de una institución” es la fuente poco explotada que ayuda a generar un sentimiento emocional e irracional incomparable con cualquier otra forma de buscar cómo intentar tener una afición pletóricamente fiel.
Un argumento que se transporta por el túnel del estadio, que atraviesa por los vestidores, que se impregna en las bancas, que se esboza en el campo; pero que se soluciona impulsando los mensajes que anteponen el éxito a levantarse sobre el fracaso en el cual se puede seguir sumergido.
España, una liga en la que los repartos económicos son sumamente desiguales, es un ejemplo de este proceso.

Los equipos, usando como canal principal a sus departamentos de comunicación y prensa y como eje fundamental a los DIRCOM (Directores de Comunicación), han entendido que se puede ser sencillo y humilde independientemente del poder que se tenga, de la historia que se posea y de la gloria que aposenta en el aspecto deportivo.
Ahí, en las mismas entidades por las cuales han militado una gran cantidad de figuras y en las que, actualmente, se pueden ver a grandes jugadores, el éxito es de quien se recupera y se levanta, los obstáculos no existen cuando se idealizan en simples pruebas para regresar, demostrar y enmendar. Para estos departamentos, la filosofía del club se mantiene innata cuando la ilusión es firme y el sueño intacto, todo esto, sustentado en la historia que convierte a la afición en las venas de su tradición.
Hay vivencias inimaginables que llegan a ser explicables, las que te ponen “la piel de gallina” (un descenso, un gol de último minuto, un campeonato, el llegar a una final, una remontada, un campeonato, la salvación), cuando la comunicación de un club se intensifica y el conducto, mediante el mensaje,  es dirigido al hincha.
Para muestra, los dos finalistas de la Europa League; ambos españoles, los dos con aficionados que mueren por sus colores, que su única razón se convierte en su equipo de fútbol y que viven aferrados a lo emotivo que acontece en sus estadios, ya sea en la catedral de San Mamés o en el místico Calderón, y que se verán las caras el próximo mes de mayo en Bucarest. Solos jamás, porque ahí arribaran sus fervientes hinchas.
Hablar de estos equipos, es como se diría en catalán “un viatge d’ anada i tornada” (un viaje de ida y regreso), respaldado siempre por el linaje, la valentía y el ADN que los caracteriza.

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